¿Por qué se ha criticado con tanta dureza la última campaña de la línea Trafaluc de Zara?

Moda

«Amancio, ¿te estás riendo de nosotras?», así reza el post del blog Treintay.com destinado a criticar la estética de las últimas campañas de Zara y, en concreto, de la que tiene como objetivo presentar la última colección de la línea Trafaluc. El escrito en cuestión ha recibido cientos de comentarios dentro del propio blog y en las redes sociales; y la mayoría de ellos le dan la razón a su autora: la campaña es «imponible».

«La hija perdida de David Bowie, con una indescriptible falda semi-tiesa de charol que tiene pinta de ser comodísima para sentarse en una larga jornada de oficina, y que es muy fácilmente combinable con cualquier cosa», así reza una de las descripciones de los estilismos publicada en el mencionado blog.

Sin embargo, y a pesar de que las críticas planteadas en el post tienen más aliados que detractores, no deja de ser inquietante que una campaña de moda –porque al fin y al cabo, Zara se acerca más a un editorial que a un simple catálogo– sea considerada desde esta perspectiva, es decir, que los looks planteados por un complejo equipo de estilismo, y cuya intención es 100% aspiracional, tenga que responder a la siguiente pregunta: ¿me lo puedo poner o no?

La lietaralidad en la moda es casi tan nociva como en cualquier otro campo artístico. Un editorial no puede ser criticado o juzgado en base a las mismas premisas que un catálogo donde no hay más que prendas y precios. Bien es cierto que Zara juega en ambos bandos y que ahí reside precisamente la clave de su éxito, pero si nos ceñimos a los trabajos editoriales que lleva planteando desde hace unos años, la respuesta está más que clara: lo suyo, no es un catálogo. ¿Qué es entonces? Pues hay que ser tan ambiguos como la propia firma lo es en este lado del río: otra cosa.

Las campañas de la firma pasan por el objetivo de los fotógrafos más prestigiosos de la actualidad, como David Sims, Mario Sorrenti o Craig McDean. Todos ellos, grandes artistas que jamás se quedarían en el plano literal, que nunca venderían sólo prendas, sino que por el contrario siempre tratan de «provocar» algo con sus imágenes; de contar una historia. ¿Podemos acotar el debate entonces a algo tan simple como «¿eso es ponible o no?».

Cuando las pretensiones de un catálogo van mucho más allá de las que exige su propia naturaleza, entonces puede que el debate tenga que ampliarse.vogue_news_520177097_620x

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