ROPA PARA SELFIS EN LAS PASARELAS DE MILÁN

Moda

Los desfiles que empezaron el viernes en Milán Fashion Week, en los cuales se muestran las propuestas del próximo invierno para la moda de hombre, sugieren que hay que buscar en la fuente natural de la eterna juventud: la juventud misma.

 

 

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Los diversos códigos de la rebeldía adolescente protagonizaron varias de las principales colecciones de los días pasados. El desfile del veterano Neil Barrett tuvo sudaderas con la palabra gang -pandilla- estampada en la capucha, trajes grandes inspirados en el tormentoso movimiento after punk de principios de los años ochenta y rigurosas chaquetas de cuero, perfectas para expresar diversos grados de conflicto intergeneracional.

Diesel Black Gold, la línea de lujo del gigante de los vaqueros, también revalidó su compromiso con la juventud. La suya fue una sólida colección de prendas post apocalípticas que se habrÍa podido poner el adolescente Akira: bombers cruzadas como un kimono, parcas, jerséis con refuerzos militares y, por supuesto, vaqueros.

En vez de imaginar a un adolescente ficticio alimentándose del propio pasado (Barrett se inspiró en su época de estudiante en Londres), Dolce & Gabbana decidieron abrazar a la generación más joven de consumidores convirtiéndolos en las estrellas de su desfile. Con el título Los nuevos príncipes y el hashtag#DGMillennial, la presentación de su colección fue un festival de 49 influencers que, juntos, sumaban un número de followers próximo al infinito. Protagonizó el espectáculo la estrella pop Austin Mahone (9,9 millones de seguidores en Instagram), que cantó sobre la pasarela mientras lo sortean un ejército de modelos (Lucky Blue Smith: 2,7 millones), estrellas (el actor XueDong Chen: 24,5 millones), hijos de estrellas (Sofia Richie, hija de Lionel: 1,9 millones) y estrellas de las redes de profesión (Cameron Dallas: 17,4 millones; o nuestro Pelayo Díaz: 923.000).

Tratándose de los cachorros que ya dominan el mundo, la ropa era, por momentos, deliberadamente infantil. Bajo el signo de la realeza y la temática medieval, algunos llevaban corona de rey de cuento, otros lucían enormes abrigos-edredón de patchwork –mitad príncipe y mitad mendigo–, y dos o tres escondían la cabeza bajo una capucha con forma de cabeza de león de peluche.

Los diseñadores les permitieron llevar el look que quisieran, pero el casting no dejaba de ser el más físicamente heterogéneo que se ha visto sobre una pasarela. Lo que parecía planteado como un audaz muestrario de privilegios, terminó como un inesperado canto a la diversidad.

Las recetas para quitar las arrugas no son siempre las mismas, claro. Emporio Armani se mantiene incólume siendo fiel a sí mismo desde los años ochenta, y Alessandro Sartori abrió el viernes los desfiles con su debut en Zegna Couture, la línea más experimental del clásico proveedor de trajes, con una colección llamada Modernidad artesana. Sartori describe a un hombre que no protesta ni se hace selfis ni le da portazos a la autoridad paterna. Que viaja con frecuencia y posee un cómodo armario de prendas híbridas entre lo formal y lo deportivo, hechas con materiales del máximo lujo (cashmere, alpaca, nobuck encerado). Ropa apta para un futuro donde el mundo se pareciera al limpísimo aeropuerto de Zúrich. Y también para un presente donde Nick Jonas, a quien vimos llegar a Malpensa con un look aeroportuario correcto, pero no ideal, aspire a hacerlo perfecto. 10,5 millones de seguidores nos contemplan.

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